Yo llego tarde, él llega tarde, ellas llegan tarde...
- Arnulfo Urrutia
- 10 jul 2016
- 1 Min. de lectura

El maestro de obra me dijo que vendría a las 8:30 y se apareció a las diez y diez minutos. Con unos colegas, iniciamos la reunión de las 3:00 pm, a las 3:30. El transportista prometió regresar, en una hora, con otro viaje de arena y lo hizo hasta el día siguiente. El marroquinero dijo que entregaría mi faja a las doce y llegó a la una y media. El sastre me hizo llegar tres días adicionales pues alguien le falló a su ayudante y luego el ayudante a él, y por eso él me falló a mí. Casi que me dice, “vos la andás”, como cuando jugábamos el pegue en la escuela.
Hace algunos años hice un ejercicio aritmético en el que comprobaba que si cada persona de toda la población económicamente activa (PEA) se retrasara una hora en el mismo instante, el país perdería más de un millón de dólares por esa “horita” de llegada tarde.
No obstante, saber que la impuntualidad es una mala práctica, es muy habitual escuchar: yo llego tarde, tú llegas tarde, él llega tarde… ellas llegan tarde… babosos los puntuales…
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