95 PARA ADMIRAR
- Arnulfo Urrutia
- 19 feb 2017
- 1 Min. de lectura

“Jajaja…ya ando como las viejitas, viendo dónde hay una corriente de aire para cerrar las ventanas”. Me dice mi tía, Berta Mairena, quien en diciembre pasado cumplió 95 años y acaba de superar una fuerte neumonía, que casi la manda donde San Pedro.
Esta enfermedad, le causó retraso para integrarse al cuerpo docente del Pre-escolar Bertha, de la cual es fundadora y dueña desde hace 50 años. “Mañana me integro” me dice muy animada, esta señora que el año pasado, personalmente, enseñó a leer a 63 niños. “Por supuesto, que este año trabajaré menos para no forzar tanto mi voz y pulmones” −me dice, quien cuenta con un equipo profesional de por lo menos quince docentes, varias con nivel de maestría, para atender unos 300 niños−.
Pero eso no es todo. Cada sábado le paga a un conductor para que la lleve de tiendas y visitar algunas personas con las que colabora económicamente. Sale temprano por la mañana y regresa a las siete de la noche después de ir a misa de seis. “Creo que ya no podré salir mucho porque estos vientos me pueden volver a enfermar”, lamenta con cierta nostalgia.
Condecorada como la mejor maestra de Nicaragua en educación pre-escolar, cada vez que hablo con ella me deja atónito por tanto derroche de actitud de vida activa y productiva. ¡Cosas veredes Sancho amigo!
Si después de leer estas líneas quieres saber más de ella, visita:
https://bertapreescolar.org/
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